miércoles, 9 de febrero de 2011

El observador que transpira: el vaso medio lleno

Afortunadamente para él, el olor a transpiración no representa un problema, porque además de usar asiduamente desodorante, siempre tuvo una transpiración abundante pero inodora. Este fenómeno se debe, según conjeturas realizadas por él mismo sin ningún tipo de base científica, a la cantidad de transpiración que emana a diario: esta cantidad hace que el olor concentrado en el resto de las personas en él se dilate hasta tornarse imperceptible. Esta característica permite que su transpiración no pueda ser detectada a través del olfato, reduciendo el problema solo a lo visual, o eventualmente al tacto. Una pequeña ventaja frente a su problema cotidiano.
Pero existe un instante en el que el observador que transpira es inmensamente feliz con su cualidad: Luego de un largo día de trabajo, en el que permanece durante horas acorralado en lugares cerrados intentando ocultar su transpiración a las demás personas, sale a la calle y la brisa fresca le resulta una bendición, una sensación de comunión con el mundo.
Lamentablemente, no es un momento que pueda perpetuar en el tiempo. Al salir de trabajar, muchas veces está rodeado de gente y es obligado a seguir ocultando sus aureolas por algunas cuadras. Caminar con las aureolas entre la gente es incómodo. Son tantos que no pueden pasar desapercibidas ante todos.
Debe esperar, caminar hasta alejarse del microcentro. A unas cuadras de distancia, algunos días en que la fortuna lo dispone, se descubre caminando solo por la vereda. Observa hacia atrás, adelante, en la vereda del frente. Si nadie se acerca, auto o persona, entonces extiende los brazos en cruz y mira al cielo con alegría, siente el viento que se mete en la camisa refrescando la transpiración y es feliz. Completamente feliz. Podría gritar de felicidad. Por un instante.
Pero debe ser cuidadoso, no dejarse llevar por la sensación de libertad. Casi inmediatamente baja los brazos. Alguien pudo haber doblado la esquina a sus espaldas o lo pueden estar observando desde alguna ventana. Continúa el viaje como al principio aunque más relajado por la aparente ausencia de gente, y con la media sonrisa que le dibuja el recuerdo del momento en que fue libre y que le dura hasta la puerta de su casa.

1 comentario:

  1. Che!! Yo comenté ayer! por qué no sale??? Decía que era una sensación genial respirar por la aureolas o algo así...

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