domingo, 20 de diciembre de 2015

Las noticias.

El observador que transpira lee el diario local con rutinaria fidelidad. Siempre lo leyó, desde que su padre lo compraba en la casa de su infancia y lo dejaba arriba de la mesa al terminar de ojearlo para el resto de la familia.
Además del diario, el observador que transpira escucha el informativo radial local. Prende temprano la radio para conocer el pronóstico del tiempo y ahí queda, el dial clavado en el mismo lugar durante años y años. Las noticias son las mismas, presumiblemente los periodistas también, pero igualmente sigue los dos medios diariamente, como un complemento.
Al observador que transpira le llama la atención la noticia de que un puma está suelto en la ciudad. Se enteró de esta noticia a través del diario y después lo confirmó en el informativo radial. 
Lo insólito de la noticia, en una ciudad en donde lo insólito no sucede, es de por sí motivo de interés, pero al observador que transpira le llamó la atención otra cosa. De tantos años leyendo el diario lo conoce de memoria, las secciones, los colores, la tipografía, incluso la textura, por eso inmediatamente se dio cuenta de que la noticia figuraba en el lugar del diario destinado históricamente a los hechos delictivos. Él, ciudadano promedio preocupado por la seguridad personal y la falta de ella, se reconoce asombrado por encontrarse con este nuevo, inesperado foco de inseguridad. Casi tan asombrado por el puma como por no encontrar ningún otro hecho de inseguridad relatado en el diario. Un medio que habitualmente le dedica mucho espacio al tema, describiendo en detalle la cantidad de crímenes que se suceden a diario, de repente es atravesado por la noticia del puma, la incertidumbre sobre su procedencia o paradero, los consejos para actuar al encontrarlo, a quién llamar, qué no hacer.
Es como si el puma y su desaparición, su presente ausencia, fuera tan potente que anulara las demás noticias. Los crímenes no pueden haber cesado de un día para el otro, piensa. O quizá sí, quizá misteriosamente nadie se robó nada en ese día, ni en el siguiente, cuando el diario informó acerca del desconcierto sobre el paradero del animal y se conjeturó acerca de su origen. Ese día no hubo robos para el diario. Dos días.
El observador que transpira escucha en el informativo radial a un ministro del nuevo gobierno que analiza el aumento del precio de la carne y entonces piensa, piensa que el puma estaba en cautiverio ilegalmente en una casa particular, que esos animales se alimentan de una gran cantidad de carne y que se le debe haber vuelto difícil al dueño del puma seguir alimentándolo.
Quién te dice que no fue a propósito. Cuando se resuelva el tema del puma y se encuentre a su dueño original, quizá la justicia lo obligue a un sinceramiento del hecho. Mientras tanto, el observador que transpira se prepara mentalmente para caminar por la calle con el riesgo que supone el cambio de depredador.