viernes, 3 de noviembre de 2017

La ley del ex

La ley del ex

Hoy me encontré en una fotocopiadora fuera de la cárcel con un ex alumno del penal. Yo iba a sacar copias para la escuela, él iba a imprimir unos CV y cartelitos para pegar en las paredes. La verdad es que la sensación que me produjo al verlo del otro lado es intransferible, pero está relacionada con la felicidad. Nos dimos un abrazo. Sabía que terminaba el secundario el año pasado y que, si le concedían el beneficio del estímulo educativo, recibiría la libertad asistida en febrero. Es asistida y no condicional, porque es reincidente. Cuando vas preso por primera vez podés acceder a la libertad condicional con dos tercios de la condena completa, siempre que completes una serie de requisitos. Cuando sos reincidente, podés acceder a la libertad asistida, que implica salir 6 meses antes de cumplida la condena, también cumpliendo con una serie de requisitos.

Charlando con él mientras esperábamos a que nos atendieran empecé a sentir una angustia que le fue ganando a todas las demás emociones y que ahora escribo como necesidad, como para sacarla un poco de adentro leyéndola desde afuera.

Adentro del penal era alegre, seguro, optimista de cara a su próxima liberación, un hiperarchicordobés jodón. Salíamos juntos del penal después de clases. Yo volvía a mi casa y él salía de transitoria. Íbamos juntos por el pasillo hasta que en el portón a él lo demoraban para requisarlo. Le veía la cara mientras caminábamos juntos y se notaba que contenía las ganas de empezar a correr feliz hacia la puerta.

Cuando lo encontré afuera estaba con un grado de angustia próximo a la desesperación. "Está muy duro, profe. Fui a Córdoba a visitar a mi familia y me volví. Licenciaron a los empleados de las automotrices, toda la obra pública está parada. Me volví enseguida porque allá no iba a encontrar trabajo y porque ahí está mi vieja vida. No quiero volver a la vieja vida. Vine acá y estoy buscando trabajo pero está todo muy jodido. Acá le dejo papelitos para que reparta a sus amigos. Jardinería, albañilería, pintura, gasista. Hago de todo, profe."

El curriculum lo llevó escrito a mano. No tiene compu. En la fotocopiadora los chicos se lo tipean y le ponen la foto por 20 pesos.

Mis alumnos del penal pueden tener diferencias entre ellos, pero en algo la coincidencia es total: ninguno quiere volver nunca más a la cárcel. Sin embargo, el índice de reincidencia de las condenas por robo es de aproximadamente el 40%.

Cuando se habla de inseguridad, los indignados piden más policía, más cárceles, penas más fuertes. Nadie pide más trabajo.

Existe dentro de la ley la figura del "patronato de liberados", institución que recibe a los presos que son liberados y realiza un seguimiento, apoyo, contención, para reinsertarse en la sociedad. Desconozco si ese patronato acá no existe, o existe y está saturado, pero los alumnos se quejan de que en La Pampa te abren la puerta y vos manejate.

En tiempos de ajuste, de recesión, ¿cuánto tiempo va a pasar para que el "hago de todo, profe" pase a ser "hago cualquier cosa"?

Paréntesis: miremos de reojo la teoría del pobrecito. Es cierto que los factores sociales condicionan e inclinan al delito. El escandaloso porcentaje de detenidos provenientes de sectores socioeconómicamente vulnerables es prueba suficiente de ello. Pero también es cierto que no todo pobre agarra un arma. No va por ahí la cosa, no hay que caer en la ingenuidad y el discurso medio salame del progresista de plastilina. Pero un tipo que va preso tiene derechos. Todos, en realidad, menos el ambulatorio. Y cuando sale tiene garantías legales que le permiten reinsertarse luego de cumplir su condena sin volver a delinquir. Esto no se cumple y la vulnerabilidad que este incumplimiento genera es desesperante.

Si algún evento accidental, extraordinario, totalmente fuera de lo común, no sucede en la vida de mi ex alumno, su futuro es engrosar ese 40%. Eso, o la mendicidad. Y la gente lo verá en el diario y dirá ahí lo tenés, que se pudra por chorro, encima le damos de comer y le pagamos un sueldo. La misma gente que no lo tomaría en un trabajo que le permita torcer su destino que implica tácitamente que, quien entra, no sale nunca más.

37 años tiene mi ex alumno.

Como última actividad del año pasado analizamos en el curso la educación en contexto de encierro y su potencial como herramienta de reinserción social. Leímos textos varios, vimos, conocimos experiencias, opiniones, estadísticas. Como trabajo final mi alumno escribió un extenso texto argumentativo. Transcribo algunas partes. No imagino otro cierre para todo esto:

"Reincide el Estado y la reincidencia la paga el reo:
Sostengo por experiencia propia que si el Estado no reincidiera en el incumplimiento del tratamiento de reinserción del reo a la sociedad, el índice de reincidencia sería de solo un dígito.
El estado es muy eficaz a la hora de apresar a personas que han cometido un delito, sobre todo si éste tiene antecedentes. Es muy fácil para el estado y la sociedad en general condenar a una persona a penas más duras por tener antecedentes, aunque la misma constitución expresa que una persona no puede ser condenada dos veces por el mismo delito. Es decir, lo que ya pagaste no es agravante para otro delito.
Sin embargo yo pienso que es el Estado el que reincide en su ineficacia como organismo de reinserción del reo, y sin embargo no tiene pena alguna por abandonar personas, siendo la principal institución que tiene que velar por los derechos de las personas.
Esto es muy fácil de comprobar cuando leemos la ley 24.660 en su totalidad. Esta ley fue sancionada a los 19 días del mes de junio de 1996, en el capítulo VII art. 106 a 132, trata de los derechos laborales del detenido. Esto recién comenzó a regir efectivamente en el 2011. El capítulo VIII, referido a la educación, fue modificado el 27 de julio de 2011 y recién ahí comenzó a funcionar. Antes este derecho era negado.
Sin embargo, lo que continúa ausente o mejor dicho lo que el estado sigue incumpliendo, es lo expuesto en el capítulo XIII "Asistencia postpenitenciaria" y cap XIV "patronato de liberados", los cuales hablan claramente del seguimiento del reo y el cumplimiento del estado con el reo para su reinserción en la sociedad. El estado abandona al reo y la sociedad, en un acto de discriminación, al tener antecedentes penales, también lo abandona. Pero ¿Quién juzga al estado por su reincidencia en el incumplimiento de su obligación?"

miércoles, 25 de octubre de 2017

Bondi

Bondi
En el penal, como en todo lugar con mucha gente, existe un constante ruido de fondo. Puertas, voces en el patio, voces en los pasillos, las otras aulas. En fin un “Muro de sonido” a lo Phil Spector, con varias capas superpuestas, algo perfectamente normal en un edificio tan grande.

Algunos alumnos me estaban contando la razón por la que no estuvieron yendo a clases. El pabellón castigado durante semanas luego del "gran quilombo", otro pabellón castigado por otra cosa, clima tenso en el penal.
"Hay bondi, profe. ¿No escucha los portazos?" "Seguro ahora cortan el paso y nos vienen a buscar".
Comienzo a prestar atención al ruido de afuera. Como siempre, no puedo distinguir nada particular en el muro de sonido. De repente empiezo a distinguir un sonido que se hacía cada vez más fuerte, estaban cerrando puertas cada vez más cerca de nosotros.
No entiendo cómo detectaron el cierre de las puertas antes que yo. Frente a la confirmación, el clima y los modos cambiaron. Abandonaron parcialmente el registro formal y empezaron a organizar todo en velocidad.
_Se pudrió todo. Usted tranquilo. Si se arma bondi acá adentro nosotros hacemos un cerco alrededor suyo y corte que lo tenemos de rehén.
_ eh?
_ de rehén bien, para que no le pase nada. Si entra el servicio no se preocupe, no tocan a los guardapolvos blancos. Pero tampoco nos pueden tocar a nosotros, así que si nos quieren fajar usted los frena porque no hicimos nada y estamos en su clase.
_ ehhh... Bueno.
_profe ¿no le puedo dar algo para que me lo guarde por si cae la requisa?
_ eh?
_ no profe. Olvídese. Lo comprometo al pedo.

Te regalo los dos minutos esperando a que nos vinieran a patear la puerta. Finalmente no llegaron a las aulas. Cortaron el paso antes.

Me quedo con la organización áulica para protegerme, el no abandono del usted para referirse a mí cuando la cosa se puso brava y la cara de todos mientras esperaban que algo pasara. El clima ahí adentro cambió tanto y se hizo tan denso que es como si la misma gente se volviera otra gente. Lo bueno es que la otra gente también quería defenderme.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Primavera

Primavera Otro día sin clases por "tránsito cortado". Eso significa que por algún problema se prohíbe entrar y salir del penal, como así también circular por los pasillos. Estos problemas tienen siempre que ver con peleas dentro de los pabellones, o entre pabellones, o en los pasillos comunes. Si te agarra afuera, no podés entrar. Si te agarra adentro, no podés salir. Existe una relación directa entre los días lindos y los problemas en el penal. En los días lindos la violencia se presenta con mayor facilidad. Desde septiembre/octubre empieza la temporada de tránsito cortado. Influyen, claro, otros factores: la cercanía de las fiestas, las vacaciones, la asignación de condicionales y asistidas. La tensión cotidiana en ese lugar supongo que justifica un problema en cualquier momento del año. Pero lo cierto es que a la hora de armar estadísticas, el calor trae los problemas, porque los días se ponen lindos y la necesidad de estar afuera se vuelve inaguantable. Esta cárcel es una Colonia Penal. El régimen de colonia permite pasar mayor tiempo en espacios abiertos, viendo el cielo y sintiendo el sol. En Ezeiza (máxima seguridad) un alumno me contaba que "podía ver el sol sin barrotes" una vez por semana, durante una hora, en una cancha de fútbol. Acá tienen mucho espacio para ver el horizonte sin las limitaciones inmediatas de los muros. Estudios indican que una persona viviendo entre muros durante mucho tiempo comienza a tener problemas de visión debido a la imposibilidad de mirar algo lejano. Todo termina cerca, en un espacio cerrado. Saliendo de ese espacio aparece otro espacio cerrado y así. Un horizonte siempre inmediato. El régimen de Colonia es una alternativa, la posibilidad de un horizonte. Para que una Colonia pueda funcionar como tal, el nivel de control debe ser menor, con más libertad de desplazamiento por parte de los internos. Los presos se quejan de que esta colonia no funciona como tal, que las autoridades del penal se comportan como si estuvieran en un penal de máxima. El servicio penitenciario justifica el endurecimiento de la seguridad con los constantes problemas de los internos. No entiendo muy bien qué vino primero, qué hecho generó que cosa, pero lo cierto es que la tensión está siempre presente. La escuela se encuentra siempre en el medio, negociando espacios y conductas en medio de una disputa territorial. Entonces llega la primavera en este contexto y la cosa se pone brava. Tiene lógica: cuando está lindo uno tiene ganas de salir. Estando encerrado, esas ganas se deben multiplicar por un millón. Cuando está lindo y se acerca navidad o año nuevo y toda la familia se junta, ni me quiero imaginar. Hoy amaneció frío y lluvioso. hasta el mediodía estuvo así. Después se puso lindo, templado con un sol hermoso de esos que dan calor sin campera. Las clases arrancaron con normalidad los primeros módulos pero a mitad de jornada se pudrió y suspendieron las actividades en la escuela. transito cortado, no vengas. Un día de lluvia un alumno miró las innumerables goteras y me dijo: "parece mentira, llueve más adentro que afuera".

martes, 19 de septiembre de 2017

Lenguaje

Dos presos se encuentran en el pasillo y uno le agradece al otro: "gracias hermano, me salvaste las papas". Mientras espero a que el guardia me abra la puerta escucho unos segundos más y me sorprende la literalidad de la charla: uno le había guardado las papas en el almuerzo porque al otro se lo había llevado la requisa a medio almorzar

Hay un alumno que me dice Martín Fierro. No hay dos planos: como les llevé el Martín Fierro ahora soy Martín Fierro.

Trabajamos con cuento policial y alguno se anima a acusarme de ponerme la gorra y llevar cuentos de cobanis.

Se pierden las capas, los niveles de sentido.

A la vez se incorporan términos carcelarios que indican pertenencia al grupo. Estas palabras son, antes que nada, ejercicios de lenguaje: cobani, lavataper y vaca rallada son neologismos creativos y usarlos implica manejar un código de filiación con el grupo.

Despersonalización, le dicen. Alguien olvida rápidamente todo lo de afuera que no sirve y aprende todo lo necesario para sobrevivir. Se transforma en otro.
Veo a un chico con un colchón blanco parado en la puerta de entrada de un pabellón.

-¿Cómo es su nombre?

-J… Dice muy bajito. Paso caminando a tres metros y puedo darme cuenta del miedo.

-¿cómo dijo?" Pregunta el guardia, más fuerte.

-J… 
-Ahora el celador lo va a ubicar. Y hable más fuerte que el lugar es grande.

En la escuela cambian el registro. Dejan de hablar en tumbero y me tratan de usted. Conviven en democracia y olvidan momentáneamente las broncas entre pabellones.

Entra uno de afuera al aula. Saluda a los alumnos, me saluda a mí y se va. No entiendo nada pero sé que algo pasó. Esa escena de 5 segundos fue un mensaje a alguien. La puesta en funcionamiento de una lengua que no conozco.

Me agradecen por haber ido.

A veces salgo pensando que ahí adentro enseño una lengua extranjera.

Aproximaciones a la definición de unidad penal


Entro al aula y los alumnos estaban intentando subir el calefactor. Recuerdo que el año pasado no hubo calefactor en el aula hasta agosto, más o menos, y por el agujero de la pared entraba un frío que no te puedo explicar. Hay olor a gas.
_ ya está profe.
A mitad de la clase entra otra profe por cuestiones administrativas al aula y casi se cae de espaldas por el olor a gas que había dentro. Nos ordenó abrir todo inmediatamente. Así lo hicimos.

La cárcel es eso. O más o menos eso. Es como un gran establecimiento con una importante fuga de gas. Apenas entrás la sentís, pero paulatinamente te vas adaptando hasta naturalizarla.
Un día alguien prende un encendedor y te acordás por las malas, o nadie prende nada y entonces te vas durmiendo de a poco.